“la despojan de sus ropajes mundanos, y le hacen ceñir el hábito. El lujoso traje de corte ha sido desechado para siempre. Las monjas elevan entonces sus voces cantando el Veni Creator Spiritus. Se escucha después el coro Vírgenes prudentes, preparad vuestras lámparas, he aquí que viene el Esposo. Se enciende el cirio que Juana Inés lleva entre las manos. La Madre Abadesa prende el velo a la toca de la que ahora se llamará, hasta su muerte, Sor Juana Inés de la Cruz, que permanece inmóvil y con los ojos bajos. El oficiante bendice el velo, mientras murmura: ‘Ven hija, óyeme, te enseñaré el temor de Dios.’ Juana contesta: ‘Ahora te sigo de todo corazón’. Se arrodilla y hace en voz baja los cuatro votos: obediencia, pobreza, castidad y clausura.” (López-Portillo, 1979:114-115)
Sus contemporáneos la llamaban monja letrada, Minerva de América, décima Musa, el ave Fénix de América. Juana Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana, conocida como Sor Juana Inés de la Cruz, fue parte del movimiento barroco novohispano y es una de las figuras más representativas de las letras hispanas.
Su poesía se resiste a la clasificación o identificación con los temas a los cuales tratan de limitar a las voces femeninas, porque recupera una voz perdida hace siglos.En palabras de Paz (1999:14) “El estudio de la obra de sor Juana nos pone inmediatamente…con la obra intelectual y artística de su tiempo, es decir, con todo eso que constituye lo que se llama ‘el espíritu de una época’ ”. Para este escritor, “La palabra de sor Juana se edifica frente a una prohibición…Su decir nos lleva a lo que no se puede decir” (Paz, 1999:17)
Es debido a su producción literaria, la grandeza y reconocimiento a Sor Juana de sus contemporáneos, y a la vez, la censura y la persecución constante. Margo Glantz, refiere una guerra contra sor Juana en la nueva España, terrible, una guerra sorda. Una gran envidia que la misma monja hace mención en la respuesta a sor Firotea, que repercute hasta en la caligrafía de sor Juana, como ella misma lo relata: “No más de porque dicen que parecía letra de hombre y que no era decente, con que me obligaron a malearla adrede”
Para Glantz(1997: 28) el argumento de Sor Juana es contundente y peligroso, porque alude que “la buena caligrafía en la mujer se contamina de indecencia; se vuelve un signo obsceno que dibuja la sexualidad, la mano es la proyección de todo el cuerpo”. Para esta autora “Malear la letra equivale en la escritura femenina a deformar el cuerpo, carne de tentación que con su belleza amenaza a los hombres”
Glantz va mas allá, menciona incluso, un posible proceso secreto de la Inquisición en donde hicieron adjurar a Sor Juana. Al respecto Kyra Galván autora de la novela Los indecibles pecados de Sor Juana, afirma en su obra que, Sor Juana fue acusada de rebeldía, elación, brujería y sospecha de conducta lasciva, que posteriormente se hicieron a un lado discretamente. Pero, se le impusieron ayunos, rezos y castigos. Firmo varios papeles con su propia sangre, entre ellos uno en el que pide perdón al Tribunal Divino por sus culpas, e implora un año para enmendarse, en otro documento, prometía “abandonar los estudios humanos, para proseguir, desembaraza de este afecto, en el camino a la perfección” (Galván, 2010:226).
Paz (1999:16) hace referencia al tema, al expresar que “en su Respuesta a sor Filotea de la Cruz nos dejo una confesión: ‘no quiero ruidos con la Inquisición’”. Al parecer Sor Juana se sentía amenazada y perseguida como lo alude Lavín (2009) al retomar una carta escrita por Sor Juana a su amiga María Luisa la ex virreina de la Nueva España, fechada el 17 de noviembre de 1694. En este documento la monja jerónima expresa:
“los lobos han cerrado el cerco con más hambre de los jirones de mi carne” pp. 17
“Han seguido acorralándome y yo he dado muestra de que me han convencido” pp. 13
“soy un animal acorralado, un animal acorralado de su naturaleza: tener colmillos y usarlos, tener garras y encontrar su sitio en el mundo. Si la bestia se alimenta de otros animales, lo mío es alimentarme del pensamiento de los demás, de sus maneras de mirar al mundo, lo mío es apresar el entendimiento en palabras”pp.15
“La emoción me embarga, por las dolencias del espíritu, por el temor a ser castigada y por la vergüenza de haber qué tenido que ceder y firmar la protesta de fe renovada” pp. 16
“Ahora me piden que sea otra de la que soy, que me corte la lengua, que me nuble la vista, que me apunte los dedos, el corazón, que no piense, que no sienta más que lo que es menester y propio de una religiosa, de una esposa de Cristo. ¿Quién ha decidido que no pensar es propio de la mujer del Altísimo? “ pp.17
López (1997:346) enfatiza que Sor Juana justifica el ejercicio intelectual de la mujer como correspondencia obligada con Dios.
Estudia, arguye y enseña,
y es de la iglesia servicio,
que no la quiere ignorante
El que racional la hizo.
López (1997: 348) asevera que la monja jerónima “Vivió con la camisa de fuerza de un rol social, el de monja-oficio de sobrevivencia-, para escapar de otra camisa de fuerza, la del rol social femenino […] Fue a pesar de todo una mujer libre”
Galván (2010:227), en voz de Sor Isabel María -sobrina de Sor Juana- afirma “Sé que ella será recordada en el porvenir por una u otra razón. Sería muy gracioso que lo fuera por sus versos negros. Tan criticados”
Sor Juana es una mujer que se acepto y asumió como mujer, pero no en los términos de su época, sino en los de la modernidad. Una mujer visionaria, sin duda, precursora de la nueva mujer (López, 1997: 348). Resulta pertinente a manera de epilogo recordar las palabras de la propia Sor Juana Inés de la Cruz:
Pues podré decir, al verme
expirar sin entregarme,
que conseguiste matarme
López, A. (1997) Anticipaciones feministas en Sor Juana. En Poot, H. (coordinadora). Diversa de mi misma entre sus plumas ando (341-348). México: El Colegio de México
López-Portillo, M. (1979). Estampas de Sor Juana Inés de la Cruz. México: Bruguera
Paz, O. (1999). Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe. (12ª ed). México: Fondo de Cultura Económica.
Décima 99, al amor (vs. 47-50), retomada por López(1997:348)
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