martes, 10 de mayo de 2011
Marcha por un México de paz
México esta lastimado y desvalorizado. Realizó esta afirmación consciente del peso de estas palabras; no veo a México como un concepto etéreo, sino como un conjunto de historias de vida que se entrelazan en una realidad concreta. Nuestro acontecer diario está marcado por una necesidad imperante de bienestar social, que se traduzca en justicia, dignidad, legalidad y no violencia.
Cuando vives en una ciudad con altos índices delictivos, vas cediendo lugares; por ejemplo, no eres capaz de sonar el claxon del auto en medio del tráfico, en palabras de un amigo “prefiero chocar y que se den a la fuga a meterme en problemas al prevenir pitando, no se vayan a enojar y me vayan a rafaguiar, nunca se sabe quién está manejando alrededor tuyo", es decir, callamos ante la injusticia y la corrupción por temor a ser involucrados. Poco a poco vamos acumulando pequeños temores que nos impiden la movilidad social y la aceptación plena de una ciudadanía comprometida con nuestro entorno.
No obstante, en México se han dado muestras de repudio contra la violencia a través de manifestaciones por la paz. De todas ellas, llamo mi atención la convocada por el poeta Javier Sicilia en Morelos con destino al Zócalo de la Ciudad de México. ¿Por qué? Los que convocaron no fueron líderes políticos, sindicatos u organizaciones no lucrativas... fueron víctimas de la delincuencia y la impunidad, gente de todos los extractos sociales, que decidieron tomar las calles y ver de frente su dolor y su perdida. Tenían la opción de hacer otra cosa con su sufrimiento, como perderse en él, pero decidieron unir voces, pasos, cansancio y valor, para reclamar un México que nos pertenece.
De ahí la importancia que otorgo al llamado de Sicilia. El estado de Morelos no tiene los altos índices delictivos de algunas entidades del Norte, los ciudadanos aun no se visten de miedo, la disyuntiva esta planteada: callamos o hacemos algo para no virar hacia el modelo de Cd. Juárez. Si Cd. Juárez y otras ciudades se hubieran detenido ante esta bifurcación, tal vez, otra sería la historia.
Imagino una marcha similar en Tamaulipas, Chihuahua o Durango, para los habitantes de estos lugares hubiera representado una catarsis, dar rienda suelta a los sentimientos reprimidos. Pero no, estas manifestaciones masivas aún no nos llegan a la entidad, aún no nos recuperamos de nuestras perdidas y temores. Somos víctimas psicológicas presas entre tinieblas. Por eso los dolores de la familia Le Barón ante el secuestro; o de Maricela Escobedo por la muerte de su hija Rubí, en Chihuahua, no obtuvieron una respuesta decidida de los ciudadanos, hubo empatía pero no solidaridad.
En contraste al silencio del Norte. La marcha por la paz, convocada por víctimas de la delincuencia fue un éxito en la ciudad de México, la gente salió a las calles. Sí, en Morelos y en otras partes del centro de la república, tal vez antes de asesinar, extorsionar, secuestrar o cometer cualquier acto delictivo y hacerlo pasar como un ajuste de cuentas para evitar investigaciones, se tendrá más cautela, las corporaciones policiacas e institucionales corruptas se la pensarán dos veces, ante una sociedad atenta que pone el ojo en el huracán y crea polémica nacional. Habrá mayor señalamiento y cautela, hacia los malandrines que ya no la tienen tan fácil, ahora que sus actos no se traspapelan en el frio anonimato de las estadísticas y la ineficiencia. Ahora que el primer pasó esta dado, pero… sólo es el primero.
La Polaka del Nopal, creó un vídeo que recopila algunas imágenes de esta y otras manifestaciones por la paz, mismo que a continuación se despliega.
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